lunes, 27 de julio de 2015

Trademark



Ahora que han cambiado por marcas registradas

todos los rincones de Madrid,

la ciudad debe oler a terminal de aeropuerto

y deben estar muy solas las copas del Ojos Negros

sin nosotros dos.

Ahora que le tengo que preguntar al iPhone

cómo volver a casa

en una ciudad que me cubre de salitre,

entiendo que es mejor llevar las ojeras

llenas de heridas

que tener un corazón con estrías,

o piel de melocotón.

Ahora que mi salón es el Monte Saint-Michel

con la marea alta

no hay gata o loba, o bruja con escoba,

que pueda sacarme de aquí.

domingo, 12 de julio de 2015

La Bohème


“La bohème, la bohème
ça voulait dire : tu es jolie
la bohème, la bohème
et nous avions tous du génie”
Charles Aznavour




No he visto lilas colgar bajo las ventanas

de Montmartre

pero he visto la belleza derramada

sobre el mantel

como un océano vertiéndose constantemente

sobre la playa

o una ciudad que amanece atravesada

por la migración de los flamencos,

aunque desde el balcón del segundo

solo se vea la sombra que arrastran mis ojeras:

carnes podridas por pasar la noche a la intemperie,

bosques calcinados bajo las pestañas,

las marcas de neumático sobre el asfalto

del que no supo frenar a tiempo

para evitar el accidente.

Sin embargo,

tras la breve lucidez del sueño,

quedaban aún los ecos de la bohème,

la certeza de esos días de vino y rosas

salpicados por una juventud y una belleza

cuyo recuerdo, cada vez más contingente,

nos hizo transmutar el drama en mito,

el amor, en el invitado que llega

cuando la fiesta ha terminado.

Y justamente ahí,

en la fractura del amanecer contra las ventanas,

aprendimos que éramos nosotros

los que teníamos que barrer las copas rotas.

Pero ahora que se me llenan las primeras luces

de agua en estado gaseoso

y los cristales de edificios abandonados,

el tiempo y la distancia

empañan aquellos versos de Aznavour.

El peso que elegimos transportar enturbia
que aún somos jóvenes,

que tú eres bella,

que tenemos talento.

El camino que elegimos recorrer

muestra únicamente el recuerdo de haber fallado

en nuestro único gran golpe.