lunes, 27 de julio de 2015

Trademark



Ahora que han cambiado por marcas registradas

todos los rincones de Madrid,

la ciudad debe oler a terminal de aeropuerto

y deben estar muy solas las copas del Ojos Negros

sin nosotros dos.

Ahora que le tengo que preguntar al iPhone

cómo volver a casa

en una ciudad que me cubre de salitre,

entiendo que es mejor llevar las ojeras

llenas de heridas

que tener un corazón con estrías,

o piel de melocotón.

Ahora que mi salón es el Monte Saint-Michel

con la marea alta

no hay gata o loba, o bruja con escoba,

que pueda sacarme de aquí.

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