sábado, 28 de septiembre de 2013

Arriar las velas



No lucharé contra estás nuevas tempestades,

ni volveré a salir a faenar a mar abierto,

ordenaré arriar las velas.

Seré el primero en abandonar el barco,

dejando que las algas pudran el casco,

que el salitre haga su trabajo.

Me alejaré de los cantos de cualquier sirena,

no perseguiré a ninguna muchacha por el muelle,

ni contaré cuántos lunares tiene su vestido.

Esperaré a que el otoño avance,

que los deje caer al suelo

para que los arrastre el viento.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Ajuste de cuentas



Escribo este verso

porque no sé atravesar una puerta.

Este otro porque

mis manos están vacías.

El siguiente

por preferir esconderme detrás del burladero.

Llevo siete,

dudo en el octavo,

y en el noveno.

El décimo es un disparo

que abre un hueco en la pared por el que miro.

Me veo escribiendo el duodécimo

en vez de lanzarme al vacío

desde el decimotercero. 

En el decimocuarto pienso

en escapar por la escalera de incendios.

Decimosexto: miro al suelo.

Decimoséptimo: me aterra el sonido

del viento a esta altura.

Decimonoveno: se dilatan mis pupilas.

Vigésimo. Salto.

sábado, 7 de septiembre de 2013

A olvido



No desees que tenga un amor,

una mujer, una esposa,

no desees que tenga amantes generosas, 

ni besos de tornillo,

ni noches de vino con dos copas.

No desees que comparta la bañera,

que me conjure a otro femenino singular

que no sea el tuyo,

que caiga rodando por la primavera

de la mano de cualquiera.

No desees que baile para mí otro vestido

bien ceñido a las caderas,

que pierda el sentido

por los avatares de otras selvas,

porque hay deseos que saben demasiado a olvido.