viernes, 24 de mayo de 2013

Sobre el pecho


Lo único que se necesita para hacer
una película es una chica y una pistola.
Jean-Luc Godard



Nadie pide silencio a mi espalda,

no me mira la mujer con sombrero negro

mientras duermo.

Las luces de los coches pasan,

por última vez, a través

de esta ventana,

y por mucho que por ella me asome

no logro ya ver tus cortinas rojas.

Escucho coches que derrapan 

dementes por mis sienes,

me monto en autobuses

que no saben llegar a la siguiente parada.

El póster que me regalaste

espera apoyado en la pared

a que vuelva un tiempo que no vuelve,

a que pase un tiempo que no pasa.

Duermo en el último rincón

que no han abordado los relojes,

en el limbo que custodian

las botellas que no bebo contigo.

Aquí, las paredes se quedan huérfanas,

en blanco sucio,

como poemas mil veces borrados.

Apilados en cajas de cartón,

los González, los d’Ors, los Montero 

hacen voto de silencio

por las batallas perdidas.

Y a mí se me rebelan las derrotas,

los trescientos sesenta disparos

que me colocas cuidadosamente

sobre el pecho.

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