viernes, 28 de diciembre de 2012

Blanco sobre negro



Qué siniestra es esta luna nueva 

que hace las nubes de arcilla 

en esta noche, en la que la muerte 

pasa rozando la línea continua 

de la curva que acabo de tomar, 

curva que no llegará a ser nunca 

una errata en una esquela. 

Qué extraño verla por el espejo retrovisor 

y pensar en un fallo en la dirección, 

en un reventón de la cubierta 

que esta misma tarde acabo de cambiar, 

o en una decisión que emborronase 

el papel de periódico, los quitamiedos 

que protegen a los campos del asfalto. 

Pero qué placer el de pasar acariciando 

esa tilde blanca sobre el pavimento negro, 

como paso inevitable, tanteando 

tus labios con mi boca, excitando a la muerte 

para que venga después de una piel erizada 

y un aliento intermitente, como la sirena 

de un vehículo de mantenimiento de carreteras 

en mitad de una noche de diciembre.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

La incertidumbre del hacha



Esta piel débil no resiste 

la incertidumbre del hacha, 

su golpe certero a la altura del estómago, 

pero aún así lo recibe 

porque sus terminaciones nerviosas 

saben que el dolor es la señal 

de que el cuerpo no es de piedra, 

que el pulso palpitando en la herida 

es el ímpetu con el que empuja la vida, 

la pulsión de rozar las mismas bocas, 

de buscar con los dientes los tendones escondidos, 

de oler, de nuevo, los perfumes que no se han olvidado.

martes, 18 de diciembre de 2012

Buzón vacío

t e n g o u n b u z ó n v a c í o t e n g o u n b u z ó n v a c í o
e p s í
n e a c
g r t a
o o r v
u e a n
n x c ó
b t o z
u r g u
z a n b
ó ñ e n
n a t u
v m e o
a e u g
c n q n
í t e s í e
o í c a v n ó z u b n u o g n e t o í c a v n ó z u b n u o g n e t


Tengo un buzón vacío pero extrañamente sí que tengo cartas

domingo, 16 de diciembre de 2012

Después de correrme



Y no hay muslos hermosos 
que no me hagan pensar en sus hermosos muslos
(Jaime Gil de Biedma)



Siempre pienso en ti después de correrme, 

sea en mis propias manos 

o encima de cualquier mujer, 

y quizá lo haga porque soy incapaz de no intentar 

buscar algo de tu cuerpo en cada cuerpo ignoto, 

aunque se alejen de tu piel clara, 

o del brillo que se puede ver en tus ojos 

un día de junio a la hora de comer. 

Por eso dejo a cualquier mujer 

durmiendo en mi cama, 

me siento, taciturno y en cierto modo, 

solo de nuevo, en mi escritorio, 

enciendo el ordenador y con la poca luz 

de la pantalla, escribo estos versos 

y me pongo a pensar 

en por qué pienso en ti después de correrme.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Aeropuerto



Dime, pequeña viajera, 

si tu vuelo fuese desviado 

por un temporal, 

y quedases atrapada 

un miércoles por la noche, 

en algún aeropuerto 

alejado de tu destino... 

¿A quién llamarías 

para contarle que estás sola? 

¿A quién echarías más de menos?

domingo, 2 de diciembre de 2012

Satie, la noche, la memoria



Estarás haciendo el amor 

con algún otro, esta madrugada 

en algún lugar de esa ciudad 

de poetas, pintores y puentes. 

Debajo de otro 

que verterá dentro de ti sus fluidos, 

gozarás terrible, sin pensar, 

mirándolo a los ojos. 

Otro será el que te vea, 

tras el orgasmo, la espalda, 

cuando de puntillas 

camines hacia su cuarto de baño. 

Será el perfume de otro 

el que respires, 

cuando apoyes en su pecho 

la cabeza, antes de poder dormir. 



Mientras, seré yo el que aquí, 

en esta ciudad de ruido y contaminación, 

totalmente solo, te recuerde 

e intente despertar de este mal sueño. 

Seré yo, el que mientras se suceden 

estos versos con las Gymnopedies de Satie, 

me excite pensando en aquel gozo, 

aquella noche en la piscina. 

Será aquel vestido, que tan delicadamente 

te quité, el que imagine caer al suelo, 

y mi cuerpo el que te lleve de la mano 

a ese pequeño océano. 

Será mi memoria la que me apuñale, 

esta noche por la espalda, 

y me haga desear, mientras tú haces el amor 

con otro, que yo quiera hacerlo contigo.