Bájate de un tren que no es el tuyo,
encuentra una mujer llorando por un hombre,
gira la cabeza, date cuenta
de que tu cepillo de dientes sabe a sangre,
piensa en el vaso naranja donde lo abandonaste.
Vuelve algo más atrás,
justo después de haberte tumbado en el andén,
recuerda aquellos versos,
recuerda sus palabras diciéndote
que no le gusta ese poema,
pero gira la cabeza un poco más,
recuérdate leyéndole ese mismo poema,
la imagen es nítida, ella sonríe.
Regresa al tren,
observa cómo, en breves intervalos
que no rozan el segundo,
te mira, de reojo, precavida,
pregúntate.
Baja de ese vagón,
camina unos cuantos metros,
sorprende a un hombre abrazando a una mujer que llora,
métete en tu cama,
alégrate porque ellos no han comprado ningún billete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario