Quizá mañana ya sea tarde
y mueran todos los carteros,
como mueren los que van
más allá de su entelequia,
los que abusan, estiran,
atentan, rompen, violan
las últimas frases de los libros.
Como mueren los que dan
la espalda, los que niegan
tres veces, antes de la sonata
de los gallos, al dios que vela
y se desvela en la etimología
de tu nombre, pero no revela
siquiera las huellas de la auriga
que iban a parar donde
se oculta la Diosa que desata
la evidencia, donde todavía
van a parar los pocos carteros
que aún no hemos matado.
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