jueves, 30 de junio de 2011

Definir las rutas



Tiembla la tinta al definir las rutas 

que se escapan por ensoñaciones y carreteras, 

navega el mar por abecedarios 

de lenguas que aúllan en aguas nocturnas, 

en pozos de ciénagas verdes que deletrean, 

lentas como en un sacrificio, las armonías, 

las claves y el prólogo de cadáveres 

quemados por caldos de versos derretidos. 

La cartografía no define el centímetro, 

no conoce los poros, ni la gota de vino 

que resbala por tus labios. 

Sólo el olfato conoce y guía, predice e intuye 

el camino desconocido por el que rodamos 

desnudos y anudados. 

Sujetamos nuestros cuerpos por las uñas, 

esperamos ocultos a que llegue la noche, 

para poder robarnos los espíritus, 

las pieles, las mejillas y los gritos.

martes, 28 de junio de 2011

Lágrimas para la chica que enmudece II



Las lágrimas son puntas de flecha ensangrentadas, 

brillantes, cálidas, puntiagudas y afiladas, 

resbalan por las mejillas como los dedos por la vulva, 

son licores de un cuerpo vivo, mares 

en aromas que se disfrutan con las lenguas, las pecas 

y los lunares de los labios. Se agarran con los dientes 

como una presa que se disuelve entre los dedos. 

Son asfalto líquido y transparente, cantos que dejan moratones, 

llagas y objeciones de conciencia, son extremos, 

lunas, tempestades, Vesubios, saxofones. 

Son salivas que callan las verdades, dormitorios condecorados 

con ropas interiores por los suelos, sudores, 

el poder de los plurales, pólvora para los corazones, 

iglesias, credos, semen, redenciones, rebeldías, 

versos de palabras con cementos de sordina. 

Las lágrimas son cultos, estatuas, lagos 

desbordándose por las pupilas, sequías, 

incendios forestales, llamadas telefónicas 

que hacen vibrar las venas, bañeras 

con dos cuerpos sumergidos, adrenalina 

en los portales, ascensores y azoteas, 

vientos de Poniente, de Levante y de cambio. 

Las lágrimas son monedas de plata 

en las profundidades, tintes picassianos 

por vías de tren que rodean la cuenca de los ojos, 

aficionadas a los precipicios, a los peligros 

de las selvas, la juventud, los placeres, los puñales.

miércoles, 22 de junio de 2011

Raíces



Las raíces trepan por los brazos

como una pitón que se enrolla por mi cuello, 

contraen mi faringe y oprimen mis muñecas, 

las raíces marcan mi piel a latigazos. 

La clorofila es un veneno que sella las heridas 

y deja la señal de un tajo verde. 

Una celda de cerrojos húmedos las raíces,

una celda viva que estrecha sus paredes 

y comprime los órganos. 

Un recuerdo del origen oscuro de la vida 

entre cálidos barros y vapores 

que como el humo del cigarro 

que te fumas tumbada en el suelo, 

marcan el aroma de la creación. 

Las raíces son tus dedos exprimiéndome 

la vida y sus espinas son tus dientes 

que dibujan geografía.

lunes, 13 de junio de 2011

Radiografía



Y aunque el ego es grande, 

mucho más lo son los aparcamientos 

de los parques de atracciones abandonados, 

que como el amor, fueron cambiando 

de nombre y adrenalina. 

Las puertas guardan otras vidas 

que no se conocen, los dormitorios 

son salas de tortura y lienzos sublimes 

donde todo el mundo es poeta 

y se mancha las manos de pintura. 

La radio habla de gente que se suicida 

en el Mississippi y yo pienso 

en telones de cines antiguos 

que no esconden nada, 

solo telas blancas de mortaja. 



Tú estarás amortajada por el sol, 

pisando el suelo que yo en la distancia 

siento frío. Pero sé que la tierra arde 

porque yo también ardo con ella, 

como un deseo que hierve en la hoguera. 

Puedo verte tras telones de cristal 

que se estremecen entre tus secretos 

y bebo del mismo agua 

que dándonos cal, cloro y bautismo, 

empapa nuestros pies. 

El viento me trae los colores de tu iris 

y los respiro hasta saciarme 

en una tarde de seda india 

que evoca entre ensoñaciones, 

una fotografía del futuro.

miércoles, 8 de junio de 2011

El cuerpo y el poema.



Como cometer un crimen, 

sumergirse hasta la yugular 

en la garganta, en las fauces 

de cada poro que clame al cielo. 

Como detener la sangre 

anudando las arterias, 

apresando contra las costillas 

los pulmones o repartir 

las uñas por toda tu superficie 

y clavar en tus oídos su piar, 

como pájaros entre las ramas 

que con agudas agujas 

tejen la carne y vibran los huesos. 

Hilos de agua, de lenguas sacudiéndose 

enredadas en los cables de la luz, 

cosen la tela de la piel, los lacrimales, 

la cremallera que encierra la cárcel 

de los labios y perforan la película 

del cuerpo creando así el sexo, 

el cuerpo y el poema.

miércoles, 1 de junio de 2011

Última madrugada de mayo



Mis manos no se olvidan del olor 

que tocaron hace ya algún tiempo, 

aún pueden ver los ojos con los que miraste 

y las líneas negras de sombra. 

Ellas te pueden tocar, pero todavía 

hablan de trenes y kilómetros. 



Incluso en estas noches donde mis ojos 

se han pasado todo el día viéndote, 

con la brisa de la última madrugada de mayo 

te traigo fugaz cuando corro las cortinas 

y noto tu cigarro consumirse, 

incluso lo saborea mi oscura habitación. 



Tú has estado en ella, parece más mía 

cuando te recuerdo aquí 

después de pisar el suelo mojado 

de febrero. Volverás, 



volverás como una tormenta 

a deshojar mis sábanas con tu fuerza, 

a llenarme los bolsillos de preguntas 

y a clavarte un poco más en mis entrañas.