sábado, 12 de noviembre de 2011

Jazz



Van los carnavales de la mano, 

musita la misma lluvia por el campus 

en un susurro que se escucha 

como una canción antigua, 

que regresa de otro invierno 

y no repite, ni adivina. 



Seducen como una primera vez, 

como el hálito del primer roce. 

El paso de las baquetas temblorosas, 

como la vergüenza de dos rodillas jóvenes, 

el sístole intermitente del contrabajo 

con su arritmia, 

los pulmones llenos de años y humo 

de dorados saxofones, 

las seis cuerdas vocales 

sobre las caderas de mujer de una guitarra, 

el claro silbido de los labios plateados 

en las bocas de los clarinetes. 



Seducen como una primera vez 

las mismas -y a la vez distintas- 

melodías de tu cuerpo, 

como la piel de gallina 

que repite y adivina 

un siempre distinto y mismo jazz.

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