miércoles, 23 de noviembre de 2011

El noviembre donde agosto dejó de ser verano



Llueven alfileres de noviembre

a la orilla de dos camas frías,

caen purgando cada cuerpo

en un lavado de pulmones, estómago y corazón,

sacrifican un cordero por cada pecado,

por cada beso,

por cada gota de semen derramado por otro cuerpo

que vuelven como fantasmas

de lo que aún seguía siendo verano,

vuelven en rojo y en cristal

para recorrer nuestros intestinos

como tenias,

para dejar nuestros cuerpos descarnados,

cuerpos disecados que niegan tres veces al Señor

antes de que cante el gallo.

Se quema una canción de cuatrocientos golpes,

se quema cada verso de aquel cuadro de Atocha,

se quema como aquel agosto en el que dejó de ser verano.

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