martes, 4 de octubre de 2011

Sesenta Poemas



Queda el papel y las cenizas 

y otra vez, otra cama vacía 

con miles de paredes que encarcelan 

sin piedad, 

sin bofetones, sin policía. 

Queda una ciudad menos a la que regresar 

y una respiración entrecortada 

que empuja contra mi pecho, 

una mesa con dos sillas vacías 

y dos platos y dos cruces. 

Queda el eco de todos los gemidos, 

todas las manchas de semen, 

el ibuprofeno y el vino, 

la huella de tus dientes 

por mi cuello y la sangre. 

Queda toda la sangre que aún 

no he escupido y me sube tráquea 

y el primer pitillo enmohecido. 

Quedan casi sesenta poemas 

que ya hablaban de olvido.

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