Aquí estás frente a mí,
bailando a un metro de distancia,
con miedo, como si fuese a devorar otra vez
esa parte de ti que sólo es tuya,
aquí está otra vez la misma música
comiendo nuestras venas,
buscando un tesoro en el fondo de nuestros
ventrículos o de nuestros nervios.
Otra vez entre la niebla del enero
de aquel banco que no se olvida
de aquella tristeza equívoca
que veías en mis labios lentos.
Pero ya es once de un octubre
en un año impar.
Impar como aquellos amantes
que no quieren quedarse nunca solos.
que no quieren quedarse nunca solos.
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