Septiembre nos traerá de nuevo el café
y dejará de lado estas extrañas madrugadas
que se clavan en mis rodillas
como arena de playa hirviendo
en un mar donde hicimos el amor
hace ya tiempo.
En las fauces
del verano el aliento seco nos odia
y nos tiene atados con una cuerda al cuello,
para que no nos toquemos
nos pone puntos finales en las manos,
diéresis que nos sujetan las bocas.
Cuando llegue el mes terrible,
quizá volveremos a olvidarnos, a abandonar
las imágenes en el invierno.
Sé que besarás otras cosas para no morir de frío,
sé que te alimentarás de otros cuerpos.
Yo te buscaré en otros ojos,
pero sé que no te olvidaré en otros labios.
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