Cada verso es un agridulce
y busco tu miel en otra boca,
las hormigas se ahogan en los pintalabios,
tus uñas rojas se clavan
en los bailes de mis pestañas,
haces que tus ojos rompan la escala de colores
y salados sean mar cuando fueron
clorofilas que invadían los bosques.
Llenabas mis cajones, volcabas mi estómago
y las lunas eran llenas en nuestras playas,
ropa arrugada, retortijones
y menguantes es lo que pones en las bandejas
llenas de mendigos de manos negras
y dedos heridos.
Lo que queda en nuestras tejas
son reclamos de otros gatos
dispuestos a lamer las cicatrices,
otras gatas que siempre quisieron
ser gatas.
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