lunes, 17 de enero de 2011

Amantes de matar el tiempo.



A Pablo.


Soy primera persona, singular 

del pretérito imperfecto 

del deseo en el río de la vida, 

la herencia en el testamento 

de tus libros de poesía, 

de tu mar muerto. 



Tú, segunda singular persona, 

juegas a quererte por el día 

y me lustras las miserias por la noche. 

Eres un saxofón que está en lo cierto 

vestido alegremente de mentira, 

un barril de cerveza en el desierto. 



Impotente, imperativo categórico 

bajo el sol de Andalucía 

disfrazado de Neruda en el intento 

de maldecir el malditismo de Panero, 

acepto, valiente, tu osadía 

de engañarnos como amantes de matar el tiempo.

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