domingo, 25 de diciembre de 2011

Encuentro afortunado para una noche de diciembre



Detrás de los olivos que han visto sangre 

y muerte, con la mirada al frente, 

más allá de la tierra fría y marrón 

que tocan nuestros pies, 

firme ante el horizonte que no es otro 

que la sal disuelta por los mares, 

encontramos nuestra carne y nuestros huesos, 

fundidos con cada mota de polvo 

que aspiramos y cada átomo de oxígeno 

que mancha nuestros labios. 

Como las mareas, como la combustión interna 

en los cilindros, suenan nuestros cuerpos 

cuando nos empotramos contra la tinta 

que escribe los recuerdos, 

el papel en blanco que la atropella 

y el segmento que los separa 

con su olor a olivo, 

a tierra fría, a sal, a motas de polvo 

y a beso.

martes, 20 de diciembre de 2011

Comedia costumbrista



La calle siempre mira con ojos desorbitados 

como el dios omnipresente que es capaz de verlo todo. 

Se mete por el cristal de las ventanas, 

encuentra salas de estar donde brilla el televisor 

y gatos que la miran de reojo descansando 

sobre los cojines del sofá. 

También se cuela en los dormitorios, 

tiene alma de voyeur, no parpadea. 

Ve los gritos de las parejas que hacen el amor, 

los gritos de las discusiones que suenan 

al óxido de una cerradura oxidada, 

a platos rotos. 

Sabe que conozco su secreto 

y se entromete regodeándose indiscreta 

entre las dos hojas bien cerradas que abren mi balcón. 

Me observa inquieto y desvelado, 

descubre que la miro fijamente, buscando en su fondo 

el breve hueco que dejan tus cortinas rojas.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Aguas cálidas



Me sumerjo, como en las aguas cálidas 

de un buen sueño, a tientas en la habitación, 

duermes bajo las sábanas, tranquila 

como el sosiego del bosque en mitad de la noche. 

Dejo caer mi cuerpo a tu lado, 

paso mis dedos por la suave piel de tus caderas. 

Me pregunto cuántas parejas dormirán 

justo en este momento, cuántas compartirán 

un pequeño colchón, igual que este. 

Y pienso que quizá, ser poeta consista solamente 

en ver algo de extraordinario en las miles 

de pequeñas camas compartidas. 

O que tal vez, el amor se nos descubra 

al volver del baño a media noche, 

y que la habitación donde duermes 

sea lo más parecido a un sueño de aguas cálidas 

en mitad de la tranquilidad de un bosque.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Aquel río del que nunca habló Heráclito


También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.
José Luis Borges



Aquel río del que nunca habló Heráclito 

cruzó por los puentes de diciembre, 

desojando cuatro manos desconocidas 

en los azules más llenos de tormentas. 

Pasó por las llanuras de enero, 

fugaz como el fugaz trueno de los besos lentos, 

frío como el frío de las sombras extrañas 

escritas en el vaho de la noche. 

Mojó el suelo de las tristezas de febrero 

sorprendiendo por cada una de las canciones 

de unas lenguas que se anudaron con la Gran Vía, 

como el grito que gritaron los primeros versos. 

Se disfrazó de un marzo escrito de autobuses 

y se mojó los pies de agua salada 

que llenó de carnavales todas las ciudades, 

de sangre nuestros cuerpos. 

Mayo se ahogó en su última madrugada, 

se colmó de preguntas y kilómetros 

repletos de miradas y secretos 

dibujados para las paredes de dos habitaciones. 

Junio se empapó de su música y sus moratones, 

se escuchó su paso como el crepitar 

del cigarro que se consumió en tus labios, 

como una ofrenda de saliva. 

En julio desembocó en una ciudad con mar 

y se durmió con aquel abrazo inédito, 

vio pasar a dos amantes por sus cauces, 

trazó el camino de las vías de los trenes. 

Pasó por agosto como una tormenta de verano 

que llovió por el olvido de todas las primaveras, 

pero amaneció por playas de aguas cálidas 

y deseos de destinos compartidos. 

Clavó sus torrentes en septiembre 

como la traición de una puñalada por la espalda, 

emborronó todas las rutas con su ácido 

y llenó de copas sucias los andenes. 

Pero se bautizó en una canción francesa por octubre 

donde en una tarde de fotogramas impresos en nostalgia, 

un par de cartas trazaron indefinidas los vagones 

cargados de sabores en café y besos rojos tras rojas cortinas. 

Dejó huella en un noviembre erosionado por la duda, 

su sabor de licor plasmó los ocres y marrones 

del otoño que nos esperó cruzando sus ramas, 

repletas de placer y hojas doradas. 

Aquel río del que nunca habló Heráclito 

es un verso siempre nuevo que recorre nuestras bocas, 

en el sin fin de recortes de recuerdo 

que componen esta canción de aniversario

viernes, 25 de noviembre de 2011

Un poema para la madrugada del 25 de noviembre



Una llamada de madrugada 

que pasa rozando el tren que lleva al sueño 

toca con los dedos 

todas las fotografías de otoño 

y el recuerdo en papel de periódico 

con noticias atrasadas y amarillas, 

remarca los puntos y las comas 

como tatuajes de silencio, 

escribe en la esfera de un reloj hecho de piel 

un minutero girando hacia la izquierda, 

un corte de respiración en las muñecas 

y la afonía imposible de los ojos. 

Pero también llena los pulmones 

con viejos carteles de película, 

con olores de lluvias y paraguas 

por pequeños pueblos de las costas de invierno, 

con clarinetes que saludan con sus lenguas, 

que te ofrecen el cobijo de mi boca 

y me ponen al resguardo de tu cuerpo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

El noviembre donde agosto dejó de ser verano



Llueven alfileres de noviembre

a la orilla de dos camas frías,

caen purgando cada cuerpo

en un lavado de pulmones, estómago y corazón,

sacrifican un cordero por cada pecado,

por cada beso,

por cada gota de semen derramado por otro cuerpo

que vuelven como fantasmas

de lo que aún seguía siendo verano,

vuelven en rojo y en cristal

para recorrer nuestros intestinos

como tenias,

para dejar nuestros cuerpos descarnados,

cuerpos disecados que niegan tres veces al Señor

antes de que cante el gallo.

Se quema una canción de cuatrocientos golpes,

se quema cada verso de aquel cuadro de Atocha,

se quema como aquel agosto en el que dejó de ser verano.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Pericles



Aquella fiesta de disfraces y máscaras 

es un festín de oro, incienso y náusea 

lleno de invitaciones en sobre sellados. 

El público lame la pantalla del televisor 

donde se recita en un verbo sin letra 

que no es de nadie ni de todos, 

que huele a alquitrán aún caliente 

con sabor a pan enmohecido. 

Un verbo sin letra 

escrito en algún libro sagrado 

custodiado por leones 

que fueron preñados de hierro y pólvora. 

Un verbo que suena a sirena y a incendio 

de carretes sin revelar 

en los ojos de un Pericles que llora. 

jueves, 17 de noviembre de 2011

Proust, la poesía y el fluir de la conciencia



La poesía 

le tiende una mano al recuerdo 

poniéndole una vela a la memoria, 

besa el cadáver frío de la experiencia 

para traerla a la vida 

embotellada por palabras. 

Siente con la mirada de los dioses 

la rosa que fue, la que es, la que será. 

Trae al instante el cúmulo imposible 

donde nuestra carne empieza a ser la misma carne.

martes, 15 de noviembre de 2011

Deseos y llamas



El deseo es uno y uno solo, 

es romper una copa cerca de tus medias 

o vivir con un revolver apuntando 

a tu cabeza. 

El peligro de una falda vaquera 

llena de placer y despropósito, 

o un licor maldito que inunda 

nuestra noche llena de huracanes 

y cronopios escritos detrás 

de nuestras páginas. 

Es vivir en puentes llenos de ríos 

y verbos llenos de sonrisas y llantos, 

una lágrima que nos aguanta la respiración 

dentro de una habitación que vuelve 

a estar en llamas.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Jazz



Van los carnavales de la mano, 

musita la misma lluvia por el campus 

en un susurro que se escucha 

como una canción antigua, 

que regresa de otro invierno 

y no repite, ni adivina. 



Seducen como una primera vez, 

como el hálito del primer roce. 

El paso de las baquetas temblorosas, 

como la vergüenza de dos rodillas jóvenes, 

el sístole intermitente del contrabajo 

con su arritmia, 

los pulmones llenos de años y humo 

de dorados saxofones, 

las seis cuerdas vocales 

sobre las caderas de mujer de una guitarra, 

el claro silbido de los labios plateados 

en las bocas de los clarinetes. 



Seducen como una primera vez 

las mismas -y a la vez distintas- 

melodías de tu cuerpo, 

como la piel de gallina 

que repite y adivina 

un siempre distinto y mismo jazz.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Allí, cerca del mar



Desearía estar allí, cerca del mar, 

o caminando por aquel pueblecito azul, 

lleno de cuestas, que un día imaginaste, 

hablarle al cigarro que se posa en tu boca 

y me mira con la ceniza sonrojada 

tras una cortina de humo, una falda vaquera 

y una fina camisa blanca. 



Duermes en esa cama de domingo, 

desnuda. Yo dormí ahí 

en una noche repleta de otoños 

donde el licor se mezclaba con París, 

donde nuestras espaldas se daban las espaldas, 

se leían con la luz del fuego de una vela 

nuestros cuerpos 

y las canciones rodaban imparables 

por nuestras caras.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Bolero



Una cama fría es una biógrafa no autorizada 

que escribe como un correveidile 

los secretos que guardan en su yeso las paredes, 

el muro de una celda donde se van rallando días 

de botellas llenas de vacío 

y frutas amargas de finales de septiembre. 



Pero el alma de un bolero también escribe 

sobre dos cuerpos íntimos bajo la noche o bajo la lluvia, 

relata confidencias en la bañera y en los albornoces, 

se cuela en habitaciones sin pestillo y en colchones por el suelo, 

lee en la distancia con esa voz de mediados del siglo XX 

cada grito que le susurras al yeso de las paredes.

martes, 1 de noviembre de 2011

Una vela, un carnaval y tres escalas



Cuando den las tres se consumirá la cera 

y su luz incandescente será combustible 

de recuerdos, en esa franja 

donde la aguja del horario teje la lencería 

que imagino en el decorado de tu cuerpo. 

Cuando den las tres empezarán los carnavales 

por las calles de los pueblos, 

disfrutaremos de bailes de máscaras, 

de placeres carnales 

por las salas de espejos y deseos. 

Cuando den las tres guardaremos 

en nuestras bocas los secretos y las joyas. 

Serás un lago profundo, 

una guitarra flamenca de cuerdas afinadas; 

seré de tormentas y caudales, 

vestiré una mano experta 

que desnude el bramido en tus escalas.

sábado, 29 de octubre de 2011

Hablé de amor y escribí una biografía



No sé escribir otros poemas, 

no sé de otras verdades más que esta. 



No tengo ni hipotecas, ni arrugas. 

No tengo muertos, ni revoluciones, 

ni guerras 

por las que llorar, 

tampoco banderas a las que encomendarme, 

ni siquiera un Dios que me castigue. 



He vivido veinte mayos que todavía no llueven 

sobre mojado, he escrito algunas páginas 

con letra difícil, en mi vida he recibido 

solamente una carta. 

Tengo un pequeño lunar en el labio superior 

y lo que he leído cabría en cuatro estanterías. 



Me gusta viajar en trenes que van al mar 

y guardo los billetes como si fuesen tesoros, 

prefiero echar de menos con vino. 

No sé dónde se guarda la materia del recuerdo, 

pero todas las canciones que he escuchado 

no cabrían en cuatro estanterías.

jueves, 27 de octubre de 2011

Dos cuerpos. Dos amantes III



Dos amantes mojados de vuelta a casa 

por esta extraña lluvia caliente de octubre, 

caminan entre trenes y autobuses 

con nuevos billetes de vuelta, 

tras el sonido perdido entre las sábanas 

de una caja de música de voz francesa. 

Dos amantes mojados se ven las caras extrañados 

en una estación que fue de agosto: 

ella lleva fuego color ocre a la altura de su pecho 

y deja esa sombra de muñeca en cada espejo, 

él pisa con sus botas sucias los andenes 

y busca entre los verdes una luz a ti debida

Dos amantes mojados tocan con sus manos el otoño 

y le ponen una vela a cada duda, 

encienden recuerdos de vino, de lágrimas y espinas, 

se lamen las heridas con gritos, con canciones que les gritan, 

se envenenan con el perfume de cada carta perfumada 

y mueren juntos empapados cada noche.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Dos cuerpos. Dos amantes II (Sobre un verso de Miguel Hernández)


‘Una mujer y un hombre gastados por los besos’
Discúlpeme, poeta: la música es hermosa,
pero la letra falta a la verdad
Miguel d’Ors


Marcó el fin de una guerra, 

iluminó sesenta años, 

sus autores: muertos, 

tanto como aquel mayo. 

Desquita un átomo, una tempestad, 

los dos mojados. 

Mil novecientos cuarenta y cinco 

y guerras frías. 

Muros de septiembre: derribados. 

Un Berlín, un búnker, una bala 

para dos pares de labios embalados. 

Mármol: estatuas de cuerpos 

de amantes disecados. 

Sangre de adjetivo 

para dos caínes señalados. 

Lo dijo Miguel d’Ors:

los besos de Miguel Hernández estaban equivocados.

martes, 25 de octubre de 2011

Dos cuerpos. Dos amantes I



Volverá aquel viaje de botellas escondidas, 

de secretos a medias, con copas para dos, 

volverán como gritos animales aquellos acordes 

de Nirvana, de Pink Floyd, de este poema 

que se abre en abanico. 

Marcará el paso, el fonema, el grito 

un viaje que empezó cualquier noche 

de diciembre, 

pequeñas cafeterías enjauladas, 

una canción en francés, cajas de lata. 

Marcará todo el peligro, 

el arco, la flecha 

clavada en cualquier santo. 

Mecerá todo el camino la hoja 

trepidante y fría 

de un deseo escrito 

para dos cuerpos.

sábado, 15 de octubre de 2011

Óleo sobre madera



“Ven, sácame a bailar” susurras 

con tus dos manos apoyadas en mis hombros. 

Quatre cents coups, la banda sonora, de fondo 

entre las cortinas color ocre y la suave luz que desprende 

el flexo fijo en mi escritorio. 

Ya se llena el parqué de pies descalzos y bailes en pijama, 

tarareas cuando tus brazos ya rodean mi cuello, 

mis manos se colocan en la fina tela que protege tu cintura, 

los relojes pasan ya de las seis de la mañana 

y quiere la oscura noche, hacerse ya de día, 

pero cuatro pies aún se mueven con música 

después de cuatrocientos golpes 

en una habitación engalanada 

con dos estanterías llenas de libros 

donde dos figuras ya se abrazan en el suelo. 

Tienen un extraño parecido con aquel cuadro: 

Atocha, óleo sobre madera, 

mil novecientos sesenta y cuatro.

viernes, 14 de octubre de 2011

Tres piezas breves para piano



No llueven las hojas 

que te coso, no llueven los versos 

bien atados al papel 

en este otoño, 

confunden aromas y estaciones 

estos veinticinco grados 

de octubre, 

pero se suceden los días 

sin que lleguen cartas, 

como las Gymnopédies de Satie, 

cortos y lentos, 

con sabor de sabores melancólicos,

a frutas de invernadero, 

se suceden las noches, 

endebles y afiladas como dientes 

de león, oscuras 

como sábanas recién tendidas, 

se suceden las horas 

esperando que una gata 

me lama la nariz 

y me arañe las cortinas.

jueves, 13 de octubre de 2011

Homenaje a una estatua



Como el Hércules Cansado 

sin pies donde apoyarse, 

así vivo yo, 

con los besos cojos. 

Sin poder descansar ni la cabeza 

ni los labios, 

ni en tus labios de musa 

ni en tu vientre.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Paco de Lucía



Suena Paco de Lucía 

a las cinco de la mañana, como una imagen 

vieja y amarilla por el tiempo. 

Suena una guitarra vieja en este otoño 

mientras tú cierras los ojos 

y bailas, a orillas del mediterráneo 

como una gitana, 

aquella danza que no conoces. 

Pero te retuerces 

en una extraña y bella contorsión, 

con un vestido negro 

y unas medias que señalan el principio 

de tus muslos.

martes, 11 de octubre de 2011

Impar



Aquí estás frente a mí, 

bailando a un metro de distancia, 

con miedo, como si fuese a devorar otra vez 

esa parte de ti que sólo es tuya, 

aquí está otra vez la misma música 

comiendo nuestras venas, 

buscando un tesoro en el fondo de nuestros 

ventrículos o de nuestros nervios. 

Otra vez entre la niebla del enero 

de aquel banco que no se olvida 

de aquella tristeza equívoca 

que veías en mis labios lentos. 

Pero ya es once de un octubre 

en un año impar. 

Impar como aquellos amantes

que no quieren quedarse nunca solos.

lunes, 10 de octubre de 2011

Ese pestañeo



Atraviesa la luz ese hueco entre la persiana 

y el suelo que cubren las cortinas, 

te escucho dormir con la respiración tranquila 

como si no te dieses cuenta 

de que arden nuestras ciudades. 

Encima de tu escritorio el ordenador está medio cerrado 

y por toda la mesa hay apuntes desordenados, 

tienes el armario abierto, como esperando 

a que despiertes para coger tus vaqueros 

y aquella camiseta, tus botas negras montan guardia 

a pies del espejo de cuerpo entero 

que te mira cada mañana, dormida y despeinada, 

en tu perchero cuelga la mochila de cuero 

que pasearás mañana entre sonrisas y legañas. 

Ayer descansabas en esa misma cama, 

pero lo hacías con mi voz 

que viajaba entre la vigilia y el sueño 

como el último pestañeo antes de quedarte dormida.

domingo, 9 de octubre de 2011

Boceto



Ahí está esa ilustración 

que nos refleja en la sal 

de aquella playa, 

mojados y hambrientos, 

alocados en nuestro líquido amniótico, 

buscándonos los labios y los tendones. 

Ahí estamos tú y yo, 

como esa canción que nunca acaba, 

tratando de encontrarnos, 

con pies temblorosos y de plomo, 

con el dolor y las heridas. 

Pensando en esa imagen, 

que sabes bien, que no es uno de esos recuerdos 

de los que hablo.

viernes, 7 de octubre de 2011

Quizá llegue



Mi cara reflejada en la pantalla del ordenador 

es un reflejo de lo que un día fui, 

es una ciudad sin alma 

que carece de estaciones de tren, 

de billetes de ida y vuelta para escapar 

a esa playa virgen escondida 

entre tus pechos y tu ombligo, 

para descansar la cabeza y el miedo, 

para cerrar la puerta a orgullos 

y lágrimas, al miedo 

y a esa horrible sensación de estar siempre solos. 

Quizá llegue una carta sin nombre mañana, 

pero llena de olores de otras ciudades 

y otras habitaciones en llamas, 

quizá llegue una carta llena de llaves 

que abran la puerta de todos los edificios, 

y se despierte cada vecino y cada imposible, 

quizá llegue una carta llena de fuego 

para avivarnos las arterias 

y gritarnos que aún estamos vivos.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Para que vuelva de nuevo



Los semáforos de una ciudad vacía 

cambian de color para nadie, 

los veo desde mi balcón pasar de rojo 

a verde, ajenos a saber que están solos 

custodiando cada cruce, 

cada paso de peatones desierto 

por las esquinas oscuras de las cinco 

de la mañana. 

Pronto saldrán camiones llenos 

de miles de destinos 

y el universo se jugará todo a una carta 

para que vuelva de nuevo el día.

martes, 4 de octubre de 2011

Sesenta Poemas



Queda el papel y las cenizas 

y otra vez, otra cama vacía 

con miles de paredes que encarcelan 

sin piedad, 

sin bofetones, sin policía. 

Queda una ciudad menos a la que regresar 

y una respiración entrecortada 

que empuja contra mi pecho, 

una mesa con dos sillas vacías 

y dos platos y dos cruces. 

Queda el eco de todos los gemidos, 

todas las manchas de semen, 

el ibuprofeno y el vino, 

la huella de tus dientes 

por mi cuello y la sangre. 

Queda toda la sangre que aún 

no he escupido y me sube tráquea 

y el primer pitillo enmohecido. 

Quedan casi sesenta poemas 

que ya hablaban de olvido.

lunes, 3 de octubre de 2011

Para quedarse dormida



Tenía esa extraña facultad para quedarse dormida 

en su habitación de colores rojizos, 

tenía aquellas botas negras que paseaba 

por todas las ciudades que pisaba, 

tenía un lunar imperceptible escondido 

en alguna parte de sus labios, 

tenía una playa donde mojar las uñas 

pintadas de rojo de sus pies, 

tenía una madriguera en la que sumergirse 

cada noche y un gato que le sonreía, 

tenía esa forma de bailar 

que hipnotizaba a todos los hombres y serpientes, 

tenía un verano lleno de cafés con hielo, 

besos de ceniza y cerveza congelada, 

tenía aquellos libros para olvidar 

el dolor y pensar en las promesas, 

tenía una rayuela para saltar por días 

llenos de poemas que hablaban de ella.

domingo, 2 de octubre de 2011

Cada domingo de otoño



Dormiremos hasta las dos de la tarde 

cada domingo de otoño 

y despertaremos enredados 

entre las sábanas, con la ropa 

por los suelos y las cortinas 

totalmente cerradas. 

Te haré la comida somnoliento, 

estarás sentada en la cocina 

mirando hacia la ventana, 

vistiendo una camiseta ancha 

y esa luz caleidoscópica será diferente 

cuando me siente frente a ti, 

frente a nuestros dos platos. 

Volveremos a empaparnos a la cama 

para quedarnos dormidos 

cuidando bien nuestros sueños. 

Al despertar habrá 

música, bailes, besos y vino, 

y más de cien razones 

para volvernos a meter en nuestra cama.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Este es mi último poema

A Ella, por todo.



Este es mi último poema 

para que no olvides ninguno de los pasos 

que dimos por unas calles que sólo 

nos miraron a nosotros, 

para que aún me sientas haciéndote el amor 

en el agua y en cada playa, 

para tus piernas aún me rodeen en tu abrazo 

y pueda sentir tu respiración contra mi pecho, 

para que todavía te sigas fumando aquel cigarro 

tumbada en el suelo, 

para que guardes en una caja de lata todos 

los versos de estas manos que tiemblan, 

las mismas que te tocaron 

cada noche antes de irnos a dormir, 

para todas las sonrisas en los bares,

todas las lágrimas 

y todos los besos contra las paredes, 

para que recuerdes los poemas que no tuve tiempo 

de leerte, 

para que degustes cada uno de mis platos 

de pasta que haré para dos, 

para todo el perdón que no te podré pedir 

por cosas que ya nunca podré hacer mal, 

para que guardes las fotos de aquel viaje 

que no haremos, 

para ti, este último poema, 

para una gata de ojos verdes que un día 

fue mía. 

sábado, 24 de septiembre de 2011

Descripción



Viernes, veintitrés de septiembre, 

otoño en el hemisferio norte, 

sudores fríos y recuerdos de mayo, 

una pizza en el horno 

y la habitación patas arriba 

como en una obra abstracta, 

la almohada en el suelo, 

el albornoz encima de la silla 

y una mesa con un plato 

y dos botellas vacías, 

el armario lleno de ropa arrugada, 

la cama -como era de esperar- deshecha, 

el balcón de par en par abierto, 

ojeras y ruido en la calle, 

las hojas cada vez más secas, 

más ojeras en mi cara, 

a veces media sonrisa, 

a veces el cojín lleno de lágrimas, 

suena un disco en el ordenador 

y mi móvil ha estado en silencio toda la tarde, 

huele a suavizante y a vino blanco, 

en mi cabeza dos palabras que no quiero escuchar 

y una distancia que ya no se mide en kilómetros.

viernes, 23 de septiembre de 2011

La gran obra



Siempre pienso en ellos, 

como si fuesen un paradigma 

de lo imposible: 

con sus copas cada sábado, 

sin padecer ese frío que se siente 

al sentarse solo frente al televisor, 

verlos dormir cada uno en un sofá la siesta, 

ver cómo él mete en el microondas 

cosas que siempre odió ella 

y saber que cada noche duermen desnudos 

aunque pasen las noches y los años, 

como si fuese siempre un primer día. 

Siempre pienso en ellos, imaginando 

cómo crearon su gran obra 

y mientras me invade 

ese llanto que pronto me hará dormir, 

tomo entre mis manos la arena 

de aquella playa donde un día hicimos el amor, 

para llenarla de risas y copas de vino, 

de una cama que huele a mar, 

de otra que huele a dióxido y a verso. 

Y aunque los trenes se retrasen 

y nos bajemos en paradas de metro equivocadas, 

cada roce en nuestras manos nos acercará a la gran obra, 

llenando nuestra piel de tiempo, espinas 

y secretos para dos 

escritos con mi mala caligrafía.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Ni cada uno de estos



Otro día el buzón vacío, 

ni llamadas para echarte de menos, 

ni bandas sonoras, ni sonrisas abandonadas 

al placer de un cigarro, 

ni sangre, ni labios, ni semen, 

ni el punto equidistante que nos separa, 

ni un ojalá, ni una siesta imaginando, 

ni el amor antes de comer, 

ni recorrer museos de las manos, 

ni revolcarnos por Atocha como en aquel cuadro, 

ni cada uno de estos versos 

sería posible 

si me empujases al vacío 

de negarme tus silencios antes 

de irnos a dormir.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Caleidoscopio para el sueño



la misma frase se repite

como un tic-tac en bucles 

de dos por cuatro 

y ningún gato se atreve a cruzar 

la autopista 

sin una caricia por su lomo 

las navajas afiladas nos esperan detrás 

de las esquinas 

y los museos son un insulto 

lleno de marcos que son cárceles 

aquel anuncio en televisión 

le corta la lengua a una cantante 

se nos antojan carnavales de otoño 

y hogueras de San Juan en septiembre 

para que arda nuestra ropa 

por correos urgentes 

llenos de fotografías de licores negros 

y paredes blancas que nos buscan 

cada noche 

para que le gritemos 

en trenes que acaban llenos de algas 

en el mar 

la misma frase se repite 

como un credo 

en cada sepultura a pies del altar 

un gato cruza la autopista 

y le muerde la lengua llena de licor 

a una cantante 

ella grita en el mar 

la misma frase se repite