miércoles, 27 de octubre de 2010

Encañonada por lo sublime


Gritan, rugen, calman, como cuchillos

afilados puntiagudos se clavan

en mi corbatín de sabores negros,

en el cielo: el edén de mi sombrero.



Felinos, como bien sabes que son,

no los encuentras ni en otras miradas,

ni en otros versos, solo ahí a la altura

del espejo astuto que los contempla.



De tejado en tejado por la Luna,

grises impúdicos como azulados

adormecidos o incluso mareas

verdes, saltan hasta las almohadas.



Pecas tricolor, quizá uñas de gato

en las cicatrices de los recuerdos,

ligueros marca Lego fragmentados

acordonando el área del cerebro.



Estos son los ojos desde otros ojos,

o la condena a cadena perpetua

de los párpados. Es la perspectiva

de lo real encañonada por lo sublime.

domingo, 24 de octubre de 2010

¿Cómo?


¿Cómo puedo escribir esto si es daño

tanto como placer?¿Cómo describo

el momento del orgasmo sin ojos,

ni manos, ni siquiera lengua? ¿Cómo?



¿Cómo vislumbro las formas oscuras

de las sombras que abracé aquella noche?

¿Cómo sé que fueron si no quedan ni

cenizas en mis manos, ni colillas



en la comisura de aquellos labios

que un día fueron tanto tuyos como

míos? Grítame fuerte las razones

al oído al igual que los gemidos.



Grítame las locuras de tus venas,

las verdades de tu vello clamando

al cielo, cuéntame las historietas

de tu azul en la mente de otros ojos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Asaltar los bancos de los parques

Dicen de asaltar, las piernas valientes

colegialas, los bancos de los parques,

también los hospitales de campaña

de las avenidas, con heridas remendadas


con ungüento de besos. Avispadas

dicen, las ojeras de los neones

de los bares que me han visto bailar

abrazado a unas sombras de diferente corpus.


Los párpados, ya no dicen de nada,

nada; inertes como las gaviotas

que han perdido el vuelo, el Ser y el adiós,

se abren y cierran, como girasoles, autómatas,


cuando suceden tan indiferentes

los lunes y los martes de la mano

de sus noches, al igual que el paseo

de otro cómplice de robo con las colegialas.

lunes, 4 de octubre de 2010

Poema irregular de otoño


Ahora ya están los pies fríos

como las tardes con ella,

como la vida misma

que me dijeron que iba en serio.


Las gabardinas buscan su lugar

en los cuerpos del otoño,

que se arrebatan a las manos

de otros cuerpos.


Empiezan a lucir media

las piernas hasta los muslos,

las rodillas van abandonando

el dorado veraniego.


Cubren las cabezas con paraguas

ciertas noches, o el suelo

los árboles con hojas

en las madrugadas más largas.


Nacen poemas irregulares

que acotan la realidad,

en la cama de una casa

que ya no sé si es mi hogar.