miércoles, 1 de julio de 2009

Endecasílabos el fuego del olvido, el incapaz minutero y la ceniza de mi aliento.

Parado en el espacio, rasga el tiempo
mi tez, alrededor se erige inmenso.
Atraviesa mi cuerpo, mi contorno,
se cuela por mis labios, desde dentro
me absorbe. Se derrite el barro acuoso
de mis pies, soy ceniza que se esfuma.
Transitan mil cadáveres sujetos
al suelo, por mi mente aquellas huellas
se alejan con mi misma identidad,
dejan su rastro herido en el sendero
por el que mis ideas con el odio
copulan, me vomitan las razones
de la ira que cercena mi profana
piel de los fríos restos de mi aliento.
No queda nada fuera, nada dentro.
Viajo por perturbadas realidades
sin encontrar la calma. Detenido
en el giro incapaz del minutero,
escruto la baldía y hedonista
inercia que fusila la memoria.
Soy transparente, ardo en el olvido.