lunes, 29 de junio de 2009

Réquiem por mil meretrices, trescientos pecados, pocos poetas, ningún Dios y una musa.

Réquiem por Mesalina, por la lívido
en la cresta de la ola, por su amarga
caída en espiral de caracola,
por la dulce cicuta de las noches
que viste falso luto por el día,
por las bocas en celo de los trenes.


Réquiem por Agripina, por el ímpetu
de un tango en tu cintura, por tu ácido
desplome en su tristura, por mis besos
enemigos que baten falaz duelo,
por mi santa locura arrodillada
en tu confesionario, por mis ruegos
de poeta devoto a su musa, por
el sacro relicario de tus piernas,
por los siete pecados capitales.

Réquiem por "Marilín", por el verdugo
del pudor, por el fuego del custodio
placer, por la doctrina del exceso,
por la docta Lujuria, por Dios Morbo,
por la virginidad del más ateo,
por un Cristo entregado a Magdalena.

miércoles, 17 de junio de 2009

Para una canción y una musa.

Suspiras, le susurro a tu vestido,
a sus sombras ocultas tras tus piernas
que bailan temerosas. Titubeas
en mi mirada, buscas calma a tientas
tras de mí, la azul noche nos descubre
despiertos con las luces apagadas.
El crepúsculo tiñe las cortinas,
herméticos nos hunde la mañana,
la noche aún resuena hasta la hora
señalada. Te mueves decidida,
me robas los sentidos y me ahogas.
Respiras, tus pies pisan las sábanas,
me estremeces, me miras peligrosa,
y violas mi mirada, hipnotizas,
me encantas con las luces apagadas.
El cielo no nos da ventaja, corres
y bajas las persianas. Nos deslumbra,
lo escondemos debajo de la cama,
renegamos del día. Desvelados,
arrancándonos los labios, nos hacemos
el amor con las luces apagadas.